La madre de Cristo madre de todos
Una pura y virgen mujer, casada con un carpintero humilde y trabajador, recibe la visita de un ángel que le anuncia que en su vientre, llevará al hijo de Dios padre; quien en su vida amará al prójimo, crecerá y hará grandes milagros, cuando finalmente será entregado al hombre y morirá por los pecados del mundo.
La virgen es la mayor muestra de amor de una madre hacia un hijo y la celebramos el 8 de septiembre todos los años posibles, porque el criar un bebé en familia, cuando es obra bendita de un creador y no por deseo carnal, y luego entregarlo en sacrificio, no abandonarlo, ese es el significado de maternidad. La virgen no lleva, en cualquiera de sus advocaciones a lo mismo, el amor y la lealtad hacia un hijo.

Oración a la Virgen María
La bendita presencia de nuestra casta y venerada Virgen María en la población creyente, ilumina nuestra existencia para poder acercarnos y hablar con Dios y su hijo. “Bendita tú eres entre las mujeres” (Lc. 1,42), nos promueve la unión y el amor. Reconocemos en María, Madre de Jesús, bastión fundamental de la iglesia, manifestación maravillosa que Dios Supremo, Altísimo y misericordioso que obró en ella.
Ese hecho nos revela de forma transparente la misión materna y familiar de María, toda llena de bendiciones con bondad que no tiene límite, siempre atenta a la solicitud del más necesitado de su cercanía.

Oración – Dios te Salve
Dios te salve, María
Llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
Bendita tú eres
Entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto,
de tu vientre Jesús,
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros pecadores,
Ahora y en la hora
De nuestra muerte.
Amén
La Virgen María pone en nosotros la más entera confianza, desprendiendo los temores, penas que causan desánimo en los corazones. Dirige con Fe ciega actos de inmenso amor con la sola idea de consolarnos.
Confiemos en ella, toma hoy la devoción hacia su ejemplo, es un corazón siempre abierto a más necesitado. Colócala como refugio y morada ante las calamidades que nos avisa, procura atraer buenos pensamientos que llenen nuestras almas de amor celestial.

Suplica a Nuestra Gran Madre de Dios, la chispa suficiente para crear una Fe inquebrantable, que nunca se apague. Oh Señora Nuestra, dulce Virgen María! Que todo lo que hagamos sea digno de tu amor, que no me falte palabra para agradecerte por recoger y escucharnos. Pido tu clemencia para poder hablar con Dios.
Debemos escuchar con atención y cuidado, no faltando dulzura y esperanza, todo cuanto se nos predica, ya que verdaderamente es consuelo para los afligidos, señalando el camino a transitarse de nuestras acciones para que cosechemos muchas bendiciones.
Más oraciones para la Virgen
Inmaculada Virgen María, dígnate abrir los corazones a los que acuden a Ti, en busca de tu dulcísima y amabilísima fuente inagotable de ternura. Te lo suplicamos, nos hacemos pequeños ante tu presencia, ante tu mirada llena de amor y bondad que reanima la confianza y esperanza , que despierta y extiende sobre tus siervos la más auténtica relación de gracia espiritual.

Dulce siempre Virgen María, te entrego mi corazón gustoso de alimentarse de tu paz, cuya plenitud hemos recibido consuelo y bendiciones. Procuramos ser merecedores de tu Divina Providencia, intercede por favor, si no es mucho pedirte por las almas más necesitadas, donde me incluyo, por nuestra salvación, ten piedad de nosotros.
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Es inmenso el fervor que los feligreses sentimos hacia Ti, precioso Inmaculado Corazón de María , colma, llena y haz que en todos las personas abunde tu gracia para que disminuya el sufrimiento y aumente multiplicándose las bendiciones sobre el débil y oprimido, que no le falte tu presencia gloriosa.
Todas las bienaventuranzas que hagas descender sobre la población creyente quedarán como ejemplo y siembra de tu obra milagrosa que darán sus frutos cada segundo sobre la faz de la Tierra.

Oración a la Virgen María
Bendita sea tu pureza,
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea,
En tan graciosa belleza.
A Tí, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en te día,
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
No me dejes, Madre Mía
Ni de noche ni día y dame
Tu Santa bendición,
que la recibimos en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen